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Quebrada de Humahuaca

El que no sale nunca de su tierra, está lleno de prejuicios.

Carlos Goldoni

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Llego a Jujuy después de 23 días de viajes. A diferencia de lo que planifiqué, no llegué sola ni a tampoco estoy en Perú. Tanto itinerario y después el ritmo y los lugares cambian. Mi viaje que comenzó en San Miguel de Tucumán, continuó por Amaicha del Valle, Cafayate y Salta Capital, me llevó hasta aquí, Tilcara, lugar al cuál por cierto no arribé sola, sino en compañia de Sarah, a quién conocí en Cafayate, y Edu, con quién me alojé en Salta y a quién conocí el año pasado.

¿Cómo llego desde salta a Jujuy y desde jujuy a Atacama?

Salta Capital a Tilcara (Jujuy) .......................... AR$ 300 / USD 15

Empresa Balut - Duración del recorrido de 3.45 hs.

 

Tilcara a Purmamarca (Ida y vuelta) .................... AR$ 40 / USD 2

Empresa Balut - Duración del recorrido de 20 a 30 min.

Purmamarca a San Sdor. de Jujuy ........... AR$ 84 / USD 4

Empresa Balut - Duración del recorrido de 1.25 hs. Horario único 16:56 hs.

San Sdor. de Jujuy a San Pedro de Atacama .... AR$ 1585 / USD 78

Empresas PullmanBus y Andesmar - Duración 8 hs.

Las plataformas que me han sido de gran utilidad a la hora consultar horarios y precios de pasajes en Argentina han sido Plataforma 10 y Central de Pasajes. En Chile PasajeBus.com y Recorrido.cl ,  y en Perú Oltursa.

Día  24 

Nos despertamos algo tarde y Gastón (nuestro couch) nos ofrece si queremos acompañarlo hasta San Salvador de Jujuy en su auto para la vuelta volver recorriendo los pueblitos cercanos. Es un día tranquilo así que paseamos un poco por el shopping y luego vamos a comer empanadas, las cuales terminan saliéndonos gratis por la demora. Cómo aún no estamos del todo satisfechos pasamos a comprar más empanadas que terminamos comiendo a la vera de la ruta para admirar un poco el paisaje. Más adelante en la ruta compramos queso de cabra y bizcochuelos y seguimos comiendo más ....

Dia 25: El día de las horas infinitas ...

Comenzamos el día tarde y después de desayunar salimos a hacer un mirador dónde se encuentra una cruz para poder obtener una panorámica del pueblo. Al mediodía nos cuesta saber que planes tener. En un principio el plan es ir a Maimará, ya que nuestro couch tiene que viajar a San Salvador y se ofrece a dejarnos de paso. Cómo los tiempos terminan siendo más tardio suspendemos Maimará y realizamos uan caminata nocturna al atardecer. Más tarde nos encaprichamos los tres con comer tortilla de papas y pese a que muchos restaurantes lo tiene en su carta, ninguno nos lo quiere hace y no es por falta de materia prima. Nos sentimos fastidiosos respecto a que Tilcara es más caro de lo que pensábamos, y que las coloridas fotos que ofrece Google nada tienen que ver. Es un lugar pintoresco, si, pero sin embargo no logramos conectar. Con Sarah no sabemos si es porque es turístico, porque la gente muchas veces no nos devuelve el saludo o qué. En Tilcara se paga todo, hasta para ir al baño, no bromeo. El uso de sanitarios en la terminal tiene una tarifa de AR$5. Ir a los museos no es gratis (venía mal acostumbrada de Tucumán) dependiendo de cuál elijas puede salir entre AR$ 20 y AR$80. 

El día por suerte llega a su fin, no sin antes reírnos de Sarah corriendo alocadamente por la calle por haberse olvidado en el restaurante la fruta para nuestro desayuno ...

Día  26 A todo o nada ...

Nuestro full day comienza encontrandonos con Nicolás (un fotográfo que Sarah conoció en Cachi) y su amiga Agustina. Los cinco viajamos en auto por la mañana con dirección a Purmamarca y sin saber que esperar.

¡Oh my God! En simples palabras Purmamarca impacta al primer vistazo, sus cerros coloridos, sus calles adoquinadas. Si bien en la Quebrada todos los pueblitos poseen casas de planta única en adobe y callecitas estrechas y adoquinadas, sin lugar a dudas Purmamarca es la estrella del lugar. Es preciosa y pintoresca por doonde se la mire. Nuestra primer actividad allí comienza con el Camino de los Colorados. 

Nuestra parada en Maimará pasa sin pena ni gloria. Es un pueblito pintoresco y tranquilo y llegamos en horas de la siesta, por lo cuál está todo cerrado. Recorremos un poco sus tranquilas calles y poco después emprendemos viaje. Nos despedimos de Nicólas y Agustina que tienen que seguir camino hacia el aeropuerto y Sarah, Edu y yo cruzamos la calle para visitar el cementerio. Lo increíble de éste sitio es que a diferencia de la mayoría de los cementerios éste no luce como un lugar triste, sino todo lo contrario ...

Una vez terminado nuestro recorrido por el cementerio seguimos camino por la ruta con destino al Pucará de Tilcara, la principal razón por la que quise conocer Tilcara.  Como estamos con el tiempo justo les propongo a los chicos hacer el recorrido para adentro (saliendo de la ruta) y una vez que descendemos Edu le pregunta a un chico como llegar al Pucará.

Atravesamos el río en al menos tres ocasiones y luego nos introducimos en propiedad privada. Les digo que si seguimos por el río y Edu dice que hay que seguir la camioneta y Sarah concuerda con que si hay casas podemos preguntar el camino. Cuando llegamos al final no hay nadie y la única persona que vemos la perdemos de vista porque yo insisto en que hay que ir hacia el sendero que sale de la propiedad. Edu insiste en que no, que hay que ir para la otra dirección. Para mi no tiene mucho sentido ir a contramano pero de todas maneras seguimos a Edu. El supuesto camino es ingresando a otra propiedad. Ahí me niego y Sarah igual. Al final terminamos retrocediendo y yendo por el sendero que previamente hacía dicho. Durante la caminata nos encontramos con vacas, ancianos y perros que ladran cómo si fueran a comernos pero son tamaño miniatura. 

Cuando creemos que finalmente hemos llegado, el sendero desciende y nuestro punto de destino está en el cerro de en frente. Bajamos finalmente y terminamos en otra propiedad privada. En lo que veníamos del día ya eramos unos expertos allanadores de morada. Apenas llegar avistamos al dueño de casa y le explicamos que estamos desorientados y que venimos caminando desde Maimará y tomamos un atajo para visitar el Pucará. Le pedimos si nos permite pasar al otro lado y nos indica el camino que tenemos que seguir para llegar a la entrada del Pucará. Pasamos al otro lado. Edu elige subir por un lugar dónde hay plantas que parecen tener espinas y Sarah y yo por otro lugar casi cuerpo a tierra por debajo de las ramas caídas del árbol. Caminamos el sendero y estamos con la duda de si descendemos vamos a acercarnos o alejarnos. Es entonces cuando Edu propone subir un sendero de lo más empinado. Yo digo que no quiero ir porque se lo inestable de las rocas y porque conozco mis limitaciones. Sarah lo sigue y como obviamente si no subo me quedo sola abajo, los sigo. 

 

No me equivocaba, la subida es de lo más empinada y el peso de la mochila siempre me empuja hacia atrás. Quiero avanzar pero donde piso hay piedras que ruedan cuesta abajo. Las piernas me tiemblan porque no tengo fuerzas y cada vez que quiero descansar me resbalo más. Entonces avanzo lento y pinchándome de vez en cuando con algún familiar de cactus. Edu baja de vez en cuando con las piedras deslizándose bajo sus pies y por un momento no sé cual de los dos está en más aprietos. Me pide que le pase mi mochila con cuidado y cuando se la calza al hombro me tiende la mano para que la tome. Trato de incorporarme y por siguiendo cada pisada. Finalmente llegamos arriba y Sarah festeja nuestro arrivo tomándonos una foto.

Días atrás le había contado a Sarah sobre el Pucará y que allí había una especie de pirámide. No podiamos creer que después de literalmente arriesgar nuestros cuellos no vieramos la bendita pirámide. Caminamos el sendero hasta que encontramos las famosas construcciones de piedra ¿Dónde está la put* pirámide? decía Sarah indignada y no podíamos evitar partirnos de la risa. Finalmente vemos a un hombre con sus herramientas de trabajo y detrás de él a lo lejos la put* pirámide. Avanzamos y el buen hombre nos dice que ya es horario de cerrar. Le pedimos si al menos nos deja acercarnos a tomar una foto, pero el no es rotundo y así, aunque parezca injusto, nos fuimos teniéndola tan cerca y de cuando en cuando tomando alguna foto de lo que tuviéramos más a mano.

Por la noche salimos a hacer compras y cocinamos una colorida cena en nuestra última noche en casa de Gastón, nuestro couch ...

Día 27:Un poquito de fama no se le niega a nadie ...

Por la mañana Sarah, Edu y yo disfrutamos de nuestras primeras entrevistas en radio. Por si no les conté mi couch Gastón es dueño de Radio Rin de Tilcara, así que nos ofrece un espacio en el que nos entrevista acerca de lo que hacemos cada uno, cuáles son nuestros proyectos y hasta nos hace elegir un tema músical a cada uno. La verdad es que las horas pasan volando y reimos y reflexionamos sobre difenrentes temas  proponiendo nuestros puntos de vista. Finalmente el tiempo se acaba y una vez que tenemos todas nuestras cosas nos despedimos de Gastón y caminamos las cuadras cuesta abjao que nos distancian de la terminal. Allí sacamos nuestro pasaje con destino a Humahuaca por la módica suma de AR$ 45. Nos despedimos de Edu con un fuerte abrazo y le deseamos un buen regreso al hogar ...

De la decepción al asombro ...

Llegamos a Humahuaca con muchas expectativas sobre nuestro nuevo pueblito de la Quebrada de Humahuaca. Digamos que no es ni de cerca amor a primera vista pero estamos dispuestas a darle una oportunidad. Caminamos las pocas cuadras que nos separan del puente y lo atravesamos. A pocos metros nada más, en Av Ejército del norte 22 se encuentra la modesta casa de Roberto, un conocido que nos recomendó Richard (nuestro Couch de Cafayate). Roberto nos enseña nuestra habitación, nos muestra los baños y la cocina por si queremos cocinar algo. Desde ya, es bastante modesto pero es cómodo y limpio. El costo por la noche de alojamiento promedio en un hostel ronda los AR$ 150. La habitación que alquilamos nos costó AR$ 80. Si no tienen grandes aspiraciones y pueden prescindir del WiFi, entonces ésta es una buena opción. El alojamiento no incluye desayuno, jabón, ni papel sanitario; eso corre por cuenta propia. Lo que si es que tienen dos perros bastante amigables pero que al menos uno de ellos tiene complejo de gallo y no dejó de ladrar toda la mañana desde antes de que salga el sol. 

 

Salimos a recorrer el pueblo y llegamos hasta la plaza desde donde se asciende mediante escalinatas al mirador del Indio. Allí encontramos a una pareja de turistas y les preguntamos cuando llegaron (nuestra idea era que si estaban en auto, compartir combustible hasta el Hornocal) y nos responden que se están alojando en Tilcara y que vinieron a pasar el día, también que la última excursión sale desde las camionetas 4x4 que están en el puente a las 4:30 PM y que tiene un costo de AR$ 250. Con Sarah vemos la hora y cómo no planeamos quedarnos otro día más decidimos ir hacia el puente, ya que el dedo en temporada baja y en pleno día de semana (martes) se complica algo. Hablamos con el conductor (quién previamente se anuncia hacia el Hornocal) y le decimos que queremos ir, él buen hombre nos ponemos explica que para mantenernos el precio tiene que conseguir dos personas más. Mientras tanto el señor va a buscar gente y Sarah y yo nuestros abrigos. Una vez que volvemos el hombre nos explica que no consiguió a nadie más y que o salimos mañana a la mañana (el primero sale a las 10 am y nuestro bus a Iruya sale a 10:30 hs), o sólo nos puede dejar la tarifa a AR$ 300. Cómo la diferencia no es mucha y no queremos quedarnos un día más, lo tomamos. El ascenso dura cerca de una hora acompañados por un paisaje de montañas verdes y onduladas y  más a lo lejos por otras marrones y escapadas. Llegamos finalmente y se me pone la piel de gallina. Con Sarah estamos felizmente fascinadas; nunca vimos cosa tal. Estamos a más de 4000 m.s.n.m. Descendemos el empinado sendero (Sarah trotando, yo midiendo cada pisada) y poco después estamos frente al famoso Cerro de los 14 colores (El Hornocal). Estamos de acuerdo en que vale cada centavo. Las formas triangulares y sus rica gama de colores no dejan de asombrarnos.

 

Un dato importante y no menor es que el ingreso al Hornocal tiene tarifa y está dependerá de la vehículo en el que se ingrese. En nuestro caso viajamos en camioneta que tiene el mismo costo que el auto y es de AR$ 50. Dicho costo de divide entre los ocupantes, exceptuando el conductor.

 

A nuestro regreso hablamos con el conductor quién nos cuenta que más adentro de las montañas hay varios pueblitos, lo cual despierta el interés de Sarah. Una vez llegados a destino consultamos en la traffic frente a donde paran las camionetas al Hornocal y consultamos al respecto. Estos salen tres veces a la semana a las 1 PM y tienen y costo promedio de AR$ 150.

 

Por la noche cenamos un menú de AR$ 60 que incluye canelones de verdura y sopa. Poco antes de irnos voy al baño y Sarah consulta si hay postre (la mayoría incluye, pero éste era la excepción). Cuando regreso el hombre que nos atendió está discutiendo a viva voz sobre que el postre no estaba incluido y bla,bla,bla y que en Europa no te lo incluyen. Sarah le retruca que em Cafayate si incluye y el hombre le dice que el va siempre y que no es así. Pedimos la cuenta y como el hombre no se digna a cobrarnos vamos a la recepción dónde lo vemos sentado charlando amenamente en la cocina. Le ponemos el dinero sobre el mostrador y nos dice que nos falta dinero. Le decimos que están los $160 por ambos menúes y la Coca Cola y dice que creyó que el billete de $50 era de $10. Cómo no sabemos si reír o indignarnos, simplemente nos reímos y caminamos las heladas cuadras hasta nuestro alojamiento, no sin antes comprar algo dulce como postre. Una cómodas y acurrucadas en nuestras camas, Sarah busca una película y la elegida es Volver de Almodóvar y protagonizada por Penélope Cruz. Para mí sorpresa la película no sólo me entretiene sino que me gusta mucho.

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